Artrosis, osteoartritis, "reuma"

¿Qué es la artrosis?
 
También llamada osteoartritis, es el trastorno articular más común. Comúnmente puede conocerse con el término de “reuma”, que no es una enfermedad en sí, sino que engloba una serie de enfermedades reumatológicas, entre las cuales puede incluirse la artrosis. 
 
La artrosis u osteoartritis se debe a la pérdida progresiva del cartílago que se encuentra en las articulaciones, lo que genera dolor relacionado al uso de la articulación y rigidez.
 
El cartílago es el tejido firme y elástico que protege los huesos en las articulaciones y permite que éstos se deslicen uno sobre otro. El cartílago sano absorbe los impactos de los movimientos pero cuando se desgasta, los huesos se friccionan entre sí. Con el transcurso del tiempo, esta fricción puede dañar la articulación permanentemente. A su vez, a medida que empeora, se pueden formar espolones óseos o hueso adicional alrededor de la articulación y los ligamentos y músculos que están alrededor de la articulación pueden volverse más débiles y rígidos.
 
La artrosis puede afectar cualquier articulación, pero ocurre más a menudo en las pequeñas articulaciones de las manos, en las caderas, rodillas y en la columna vertebral. Rara vez afecta las muñecas, los codos o tobillos.
 
¿Qué diferencia hay entre artritis y artrosis?
 
La artrosis es un trastorno de las articulaciones de tipo degenerativo que se caracterizan por el deterioro del cartílago y la parte ósea de la articulación, sin inflamación de la articulación. Es mucho más frecuente que la artritis y está relacionada al envejecimiento, presentando por ende especialmente en la tercera edad. La artritis en cambio es un trastorno de tipo inflamatorio, que se caracteriza por la inflamación de la articulación, pudiéndose presentar a cualquier edad.   
 
¿Cuáles son los síntomas?
 
El dolor es el síntoma principal de la artrosis. Este se relaciona con el movimiento articular y el soporte de peso, por lo que aparece principalmente por la tarde, cuando ya se han realizado las actividades diarias. De forma característica calma con el reposo. Si la artrosis es severa el dolor puede ser persistente.
 
Las articulaciones también se vuelven más rígidas y más difíciles de mover con el tiempo. Aunque no es tan frecuente como en otras enfermedades reumatológicas, puede presentarse rigidez  especialmente por la mañana, al despertarse; característicamente es de corta duración (menos de media hora) y mejora después de la actividad leve que permite que la articulación se "caliente".
A veces pueden aparecer en las manos, en las articulaciones de los dedos específicamente, unos nódulos pequeños que no dan síntomas y no comprometen la función de la mano, pero que son típicos de esta patología.  
Algunas personas podrían no tener ninguno de estos síntomas, aunque las radiografías muestren los cambios típicos de la artrosis.
 
¿Cuáles son las causas?
 
Se han determinado diversos factores de riesgo para el desarrollo de la artrosis:
  • El envejecimiento: es la causa más común y relacionada a la artrosis.
  • El sobrepeso: la obesidad es un factor de riesgo muy importante para el desarrollo de artrosis en articulaciones que soportan peso (cadera y rodillas).
  • Las lesiones de las articulaciones: Las fracturas u otras lesiones articulares pueden llevar a la osteoartritis posteriormente en la vida.
  • La fatiga de las articulaciones como consecuencia de ciertos trabajos o deportes.
¿Cómo se diagnostica?
 
El diagnóstico de artrosis es fundamentalmente clínico, o sea, es el que realiza el médico luego del interrogatorio y la exploración física.
El principal estudio complementario que a veces también puede realizarse para confirmar el diagnóstico, es la radiografía de la articulación afectada. En la fase inicial de la artrosis, las radiografías pueden ser normales pero luego aparecen los primeros cambios producidos por la pérdida del grosor del cartílago.
Los análisis de sangre en una persona con artrosis son normales y no aportan datos útiles para el diagnóstico.
 
¿Cuál es el tratamiento?
 
Si bien la artrosis no tiene cura, existen tratamientos para mejorar la calidad de vida y el dolor.
Entre las medidas generales que se pueden adoptar se encuentran la realización de ejercicio físico en forma regular (para mantener el movimiento general y articular), el control del peso (evitando el sobrepeso u obesidad) y uso de bastón o calzado adecuado.
La fisiokinesioterapia es otra herramienta que permite también controlar el dolor y preservar el espectro de movimiento y aumentar la fuerza muscular, así como también mejorar la contractura muscular muchas veces acompañante.
El tratamiento con fármacos tiene como objetivo controlar el dolor, entre los que se utilizan se encuentran principalmente los analgésicos (ibuprofeno, paracetamol, diclofenac, etc).
En casos de dolor severo o que no mejora pueden realizarse infiltraciones en las articulaciones con corticoides. 
En deterinadas articulaciones cuando la artrosis se encuentra avanzada el tratamiento quirúrgico puede ser una opción.
Recientemente se ha incorporado la Proloterapia como otra estrategia terapéutica.